viernes, 31 de mayo de 2013

Unificación Italiana y fin de los Estados Pontificios

Los aires revolucionarios que soplaban con fuerza por toda Italia derivaron en corrientes impulsoras de la unidad nacional. El rey sardo-piamontés Carlos Alberto asumió las iniciativas en pro de tal unidad y declaró la guerra a Austria. El papa Pío IX, que había sido entronizado en 1846, no quiso unirse a la causa, actitud que no le perdonó el pueblo romano. Estalló la rebelión y Pío IX tuvo que huir de Roma en noviembre de 1848. Se abolió el poder temporal del papa y se proclamó la II República Romana. Se organizó un contingente militar aportado por diversas naciones católicas y el 12 de abril de 1850 el papa regresaba a Roma, abolida la efímera república. En el verano de 1859 algunas ciudades de la Romaña se levantaron contra la autoridad del papa y adoptaron la plebiscitaria resolución de anexionarse al Piamonte, lo que se llevó a efecto en marzo de 1860. Ese mismo año, Víctor Manuel solicitó formalmente del papa la entrega de Umbría y de Marcas, lo que Pío IX rehusó hacer. Las tropas piamontesas se enfrentaron a las del papa, que resultaron derrotadas en Castelfidardo (18 de septiembre) y en Ancona (30 de septiembre). La Iglesia se vio desposeída de aquellas regiones que, en unión de la de Toscana, de Parma y de Módena -éstas por voluntad propia expresada mediante plebiscitos-, se anexionaron al creciente reino de Piamonte-Cerdeña (noviembre de 1860), que pasaba a denominarse reino de Italia del Norte. Los Estados Pontificios quedaban definitivamente desmembrados y reducidos a la ciudad de Roma y su entorno, donde el papa, bajo la protección de las tropas francesas, siguió por el momento ejerciendo su declinada autoridad civil.
En 1870 estalló la Guerra Franco-prusiana y el emperador francés Napoleón III precisó disponer de todos los efectivos militares, incluidas las unidades de guarnición en Roma. Italia fue aliada de Prusia en esta contienda, por lo que contó con el beneplácito del Canciller de Alemania Otto von Bismarck para actuar sin reparos contra las posesiones del pontífice profrancés. Pío IX reunió ocho mil soldados en un desesperado intento de resistir, pero el insuficiente ejército papal no pudo contener a las divisiones italianas que marcharon patrióticamente enardecidas sobre Roma. El 20 de septiembre de 1870 entraban en la capital del flamante reino de Italia en cuyo palacio del Quirinal establecía su corte el rey Víctor Manuel II.
Desde el comienzo de su pontificado el Papa Pío IX se vio envuelto en la vorágine histórica que significó el proceso de unificación de Italia. Ésta implicaba necesariamente el fin de los Estados Pontificios, a lo que Pío IX se opuso tenazmente. El papa Pío IX se autoproclamó prisionero en el Vaticano cuando el reino papal en Roma acabó a la fuerza, los Estados Papales se unieron al resto de Italia para formar el nuevo Reino de Italia unificado bajo el rey Víctor Manuel II y la ciudad de Roma se convirtió en su capital.
Tuvieron que pasar 59 años hasta que, el 11 de febrero de 1929Pío XI y Benito Mussolini suscribieran los Pactos de Letrán, en virtud de los cuales la Iglesia reconocía a Italia como estado soberano, y ésta hacía lo propio con la Ciudad del Vaticano, pequeño territorio independiente de 44 hectáreas bajo jurisdicción pontificia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario